Comparto esta bonita meditación contigo del monje zen Thich Nhat Hanh.
Un buen punto de partida podría ser poner la intención en observar cómo te sientes, lo que piensas y las decisiones que tomas en cada momento.
Dicen de mí que soy optimista, además de risueña, alegre, fuerte, inteligente y vital; a veces demasiado apasionada y sensible por momentos diría yo y, es cierto. Pero si, optimista soy, y mucho. Si en algo creo es en el potencial humano y en su capacidad de mejorar y crecer como personas.
Y si hay algún conflicto, pues dedicaremos el tiempo que haga falta, enfocándonos siempre en las soluciones; porque es lo que necesita un conflicto, resolución/ ocupación y no preocupación. Y también creo que las posibilidades aún son mayores si lo hacemos entre todos, con actitud de cooperación y entendimiento. Yo crezco desde ahí, la base del conocimiento humano parte del otro y también de la actitud y mirada reflexiva hacia nuestro interior. Por ejemplo, la práctica meditativa, que tantos beneficios ya se conocen, parte de esa introspección primera para que, luego sea compartida, proyectada en todo y todos los que nos rodean. Qué sentido tendría si no, si sólo lo hiciéramos para nosotros mismos.
Hoy en día podemos decir que hemos tomado conciencia de que el cuidado de uno mismo es el primerpaso del proceso; y, eso pasa por la fase del descubrimiento sobre nosotros, lo que pensamos, sentimos y hacemos. Sin esa conciencia, no hay posibilidad de cambio. Conforme afinamos la mirada, somos más capaces de realizar los cambios que queremos en nuestras vidas; por tanto, necesitamos observación, conocimiento y luego, las estrategias y herramientas oportunas para poder lograrlo, con paciencia, coraje, perseverancia, determinación y pasión, coordenadas imprescindibles para el éxito. Y este es el camino hacia el cambio.